Corría el mes de enero de 2022, ya planificados para ir a Barquisimeto, Estado Lara, al Congreso Nacional de Otorrinolaringología, en el cual Francis había sido elegida Invitada de Honor Nacional, surgió una invitación de nuestro amigo, el dr. Jesús Franco, para que nos incorporáramos a un grupo que, junto con tres invitados internacionales, a saber dos mexicanos y un colombiano, iría a Canaima por cuatro noches, partiendo al día siguiente de terminar el mencionado congreso. Desde el principio nos atrajo la idea y sin pensarlo mucho nos anotamos en ese viaje.
Los preparativos incluyeron comprar ropa con protección UV y de secado rápido, zapatos deportivos cómodos y dispuestos a destruirlos, medias (calcetines) gruesos, también para desechar, porque se utilizan para caminar sobre las piedras en los ríos y caídas de agua y quedan destruidas, pantalones largos preferiblemente de secado rápido para caminar en la selva (no blue jean), trajes de baño, toallas de microfibra, repelente de insectos y bastante protector solar, protectores para impermeabilizar los celulares y un bolso impermeable para meter cambios de ropa y toallas). Por supuesto, la prueba Covid19 fue una exigencia que hubo que cumplir y eso, aparte de ser la segunda en una semana, porque la pidieron para el congreso de Barquisimeto, nos dio más tranquilidad para poder compartir. No podían faltar en el equipaje, botellas de vino y whisky (venezolano que se precie...jejeje). Bastantes cosas, pero creo que se utilizaron todas... Solo se quedaron en Canaima dos pares de zapatos y todas las bebidas alcohólicas😉.
Día 1: Salida a Canaima.
El domingo 30 de enero, nos reunimos con todo el grupo conformado por 11 personas, Jesús el organizador, Thamara y José, Daniela, Nilka y Andrea su hija y los invitados Rodolfo y Guadalupe de México y Javier de Colombia. Grupo variopinto pero que compaginó rápidamente y la pasamos de maravilla, gracias a Dios.
Salimos en vuelo directo a Canaima desde Maiquetía y estábamos ya aterrizando en ese lugar paradisíaco, cerca de las 2 de la tarde, ya dispuestos a empezar el disfrute.
"Terminal" aéreo de Canaima.
Hospedaje en Campamento Canaima (antiguo campamento de Avensa), ahora tristemente famoso por la rumba que se armó el 4 de febrero (después de nuestro regreso), para la celebración en el Kusari Tepuy del cumpleaños del gerente Rafael Oliveros. La crítica por esa celebración ha sido en todos los medios sociales y se destaca que, siendo los tepuyes, lugares sagrados de los pemones, se hayan profanado de esa manera. Pues nada, ya estuvimos allí, sin saber lo que venía.
Al llegar, nos esperaban dos chicas, con trajes indígenas (pemones), colocándonos un collar y ofreciéndonos papelón con limón. Primera pregunta de los mexicanos y el colombiano, que es el papelón. Durante el curso de los días hubo que hacerles un glosario, para que entendieran nuestro "idioma"😂
En la tarde ya tuvimos nuestro primer paseo en curiara, al otro lado de la Laguna de Canaima, a los saltos Ucaima, Hacha y la Golondrina. A mojarse y probar las medias antiresbalantes y toallas supersecantes.
Primera prueba para las piernitas, subir por un lado hasta el río arriba del salto, agarrándose de lo que uno pueda y encima en medias, me vas a mataaar!🙈
Ya allí empezamos a conocer a los famosos y aterrorizantes Puri-puri, jejenes vampiros insoportables, que atacan sin piedad a los bañistas. Para eso era el repelente Hugo...jajaja!
Lo malo de subir, siempre es que se tiene que bajar, así que allá vamos...😕
Ya de regreso al hotel, a preparase para la cena y que empiece la bebedera.😛. Jesús aprovechó para exhibir sus habilidades con el surf paddle. No te equivoques! 😎
Día 2: Al Salto Ángel.
Ya para el día siguiente, lunes 31 de enero, teníamos el viaje en curiara, río arriba hacia el Salto Ángel, así que había que acostarse temprano, algo difícil por la excitación colectiva de encontrarse en ese paraíso. Nos fuimos después de cena a la playa a compartir un rato las impresiones iniciales. Un aparte es el espectáculo que ofrece el cielo estrellado en esos parajes, lejos de las luces de la ciudad. Con la ayuda de una aplicación en el teléfono de Daniela (Sky View), pudimos identificar unas cuantas constelaciones y estrellas, lo cual me hizo recordar los tiempos de mi niñez y juventud, cuando mi papá nos enseñaba sobre astronomía, allá en Río Chico.😢
Ya nos habían dicho que el río estaba bajo, así que había que pernoctar en Isla Ratón, en la selva a un lado del río, para regresar al día siguiente. Había que llevar entonces, además de lo mencionado al principio, pijama, ropa de recambio y artículos de aseo personal. A levantarse temprano, desayunar rápido y a tomar el camión que nos llevaría al puerto, más arriba del los saltos.
No estábamos esperando un viaje tan difícil, los rápidos del río Carrao y Churún, había que subirlos a pie o empujando la curiara. Para eso los más jóvenes (que yo😉) tenían que meterse en el agua a empujar. Alguna ventaja de tener 73...😟.
Un descanso para almorzar
Un viaje que normalmente se hace en 4 a 5 horas, nos tomó más de 7, pero finalmente llegamos a Isla Ratón y sin ningún descanso, de una vez, a subir al Salto Ángel. Se dice fácil, pero esta es sin duda la parte difícil del "paseito". La subida, bastante empinada para mi gusto, se hace pisando rocas y raíces atravesadas en el sendero. Realmente Jesús, me vas a mataaar🙈. Me fui quedando atrás, mientras los más jóvenes que yo se adelantaban. Francis e Israel, nuestro guía pemón, me acompañaron, ante el temor de un accidente. Diría el ahijado JJ, Padrino, ya tu no estás para eso! Jajajaja!
Finalmente, a las 5:04 pm pude llegar al mirador y ver el salto en todo su esplendor. OMG! Por cierto, bastante bajo de agua por la sequía, pero allí estaba. El Salto Ángel.
Primera vez en la vida que presencio algo tan majestuoso (y última, porque no se me ocurre repetir el numerito😂). Valió la pena el esfuerzo.
Cuando llegamos al mirador, ya los jóvenes impacientes habían bajado hasta la poza a bañarse. Estaba Rodolfo esperando y Francis, Israel y él bajaron. Yo tenía que tomar fotos (y aire...), además de llenarme de valor para ir, porque Israel me dijo, "hay que bajar, pero después hay que subir, no te equivoques".
Después de unos selfies me decidí a bajar. Casi un acantilado😲, pero nuevamente valió la pena, aunque sea para meter los pies en el congelador😱.
Lamentablemente la dicha duró poco, porque ya eran pasadas las 5:30 y el guía Israel, tenía temor de que nos agarrara la noche bajando, como en efecto sucedió. Alumbrados con linternas, por cierto que la batería de mi teléfono falleció y no tenía, bajando lentamente entre rocas y raíces, pasó lo que tenía que pasar, tropecé y caí (no te hice caso ahijado😭). Gracias a Dios y a Francis e Israel, que venían adelante y me atajaron en la rodada, la cosa no pasó de un golpe en la pierna (10 días después todavía tengo el hematoma y el pie hinchado). El resto de la bajada, tuve que hacerlo agarrado de un lado por Israel y del otro por mi amigo José. Agradecido de por vida. Dios los bendiga🙏.
Ya abajo, nos esperaban los pemones con la cena, un delicioso pollo a la leña y además ya con las hamacas colgadas, que invitaban a acostarse de una vez.
Los compañeros se quedaron hasta pasada la medianoche oyendo música y bailando, pero yo, cansado y adolorido, no tuve otra que echarme en la hamaca a dormir. 😴😴
Día 3: Regreso al Campamento Canaima.
Ya al día siguiente, en la mañana temprano, después de un sabroso desayuno, iniciamos nuestro regreso a Campamento Canaima. Esta vez, río abajo fue más fácil porque el caudal del río parecía mayor (había llovido en la noche y de paso nos agarró bastante lluvia en el camino). De paso, gracias a un reclamo de Jesús al gerente del campamento, por no haber previsto que por la altura del río se iba a dificultar demasiado el paso de la curiara río arriba, en un punto del regreso nos esperaba otra curiara y nos dividimos para seguir en las dos, cosa que aceleró mucho más el regreso.
Ya de regreso en el hotel, después del almuerzo hicimos un paseo hasta los hoteles que están cerca, el Waku Lodge y el Ara Merú, hoteles muy bellos, cada cual en su estilo. El primero con una reserva de animales que incluyen guacamayas, loros, una danta, coatíes y hasta monos.
Francis aprovechó de tumbarse en una hamaca en la playa de Waku Lodge. Jesús mientras tanto, disfrutó de su surf paddle y derrochaba físico😂
Ya en la noche, relajados disfrutamos nuevamente de unas copas de vino y unos whiskisitos (creo que ya habíamos liquidado 3 botellas de whisky y 4 o 5 de vino😟).
Día 4: Paseo a Pozo Azul.
En el desayuno fuimos acompañados por una pareja de guacamayas rojas bellísimas, que aprovecharon de comer también patilla (sandía), piña y corn flakes, lástima que no tienen cambures en el hotel.
Listos nuevamente para la aventura y de regreso a las curiaras para tomar rumbo por el río Carrao, a Pozo Azul.
Después de ese delicioso baño, en la noche tuvimos un concierto del quinteto de cuerdas de la Sinfñonica Juvenil Canaima. Realmente bello y asombroso. Los videos los subiré en Youtube,
Día 5: Sobrevuelo al Salto Ángel y regreso a Caracas.
Finalmente Francis y yo, nos decidimos a hacer el sobrevuelo en avioneta sobre el Salto Ángel y no nos arrepentimos. Francis con temor porque creía que saldría vomitando, lo cual no sucedió. La experiencia es inolvidable, porque sobrevolar el río Carrao casi a ras del agua y volar en frente al Auyantepui y sobre él, para encontrarse nuevamente el salto, pero ahora desde los aires es todavía más emocionante. Sobre todo porque uno se ahorra al menos 9 horas de sangre, sudor y lágrimas. Creo que si regresamos a Canaima y es probable que sí, repetiría el sobrevuelo, pero esta vez en helicóptero.
El video no es bueno, porque el de la segunda pasada, cuando lo pude filmar mejor, es muy pesado para el blog. También lo subiré a youtube.
Bueno, así terminó un viaje inolvidable, lleno de emociones, de amor y fraternidad y que nos deja gratísimos recuerdos, de ese hermoso lugar que es patrimonio universal y de unos buenos amigos con quienes disfrutamos cada momento. Gracias Jesús, gracias Rodolfo, gracias Guadalupe, gracias Javier, gracias Daniela, gracias Thamara, gracias José, gracias Nilka y Andrea y por supuesto, gracias mi amada Francis, sin tí no hubiese sido posible conocer esta maravilla. Finalmente doy gracias a Dios, por haberme permitido conocer este paraíso mágico que tenemos aquí mismo, en nuestra amada Venezuela.
Y si acaso un día tengo que naufragar 🎵
y el tifón rompe mis velas🎶,
enterrad mi cuerpo cerca del mar🎻...
en Venezuela.💓💖😍
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