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miércoles, 20 de mayo de 2015

Il Padrino I

SICILIA

Cuando uno piensa en Sicilia, piensa automáticamente en el Monte Etna. Un volcán rodeado de una isla... Claro que esto es para el que no conoce Sicilia. Haberla incluido en nuestro viaje fue un gran acierto. La diversidad de culturas que durante la historia se han asentado en la isla, le dan un encanto muy especial dado por su riqueza arqueológica y lo pintoresco de sus pueblos. A medida que investigaba me daba cuenta que había muchas cosas por conocer. Recorrerla toda era imposible y tendríamos que tratar de conocer en 1 semana los sitios más emblemáticos.


Sicilia es arte, es historia, son paisajes inolvidables y sobre todo, Sicilia es música.


La planificación del viaje pasó por una investigación exhaustiva de cada uno de los lugares a visitar. Finalmente decidimos conocer Taormina (muy recomendada por los Galuppo Monticelli), Ragusa, Siracusa y Agrigento. Palermo sería la puerta de entrada, ya que el horario del ferry desde Nápoles era el ideal, por trasladarse durante toda la noche y amanecer en esa ciudad, así que no se pierde tiempo diurno, el cual siempre es el útil durante los viajes.
Viajamos la noche del 21 de abril en el Rafaelle Rubattino, un ferry con todas las comodidades de un barco de cruceros, bastante diferente del Virgen del Valle... Pagamos un camarote para dormir toda la noche y amanecer en Sicilia frescos. Yo al menos, pude dormir bien, aunque Francis dice que no... por mis ronquidos..
Me desperté temprano y pude subir a cubierta a tomar fotos del alba, mientras Francis recuperaba algo del sueño perdido...


El barco atracó a las 6:30 am, pero pudimos bajar cerca de las 7:30. Luego a buscar el hotel para dejar el carro porque no podíamos hacer check in hasta después de las 3 de la tarde. El NH Palermo está situado en la Vía del Foro Itálico Umberto I, con preciosas vistas del parque y del puerto y lo más importante, a corta distancia del centro histórico, al cual se puede llegar caminando.


Dejamos el carro y las maletas y fuimos a caminar por Palermo. Cosas de Dios, entramos a una iglesia muy cerca del hotel, la Chiesa di Santa Teresa, en la Piazza della Kalsa y lo primero que vimos a los lados del altar fueron dos estatuas, de Santa Ana y Santa Teresa. Dios bendiga a mi madre Ana Teresa. Bendecidos por ella desde nuestra llegada a Sicilia.

Chiesa di Santa Teresa alla Kalsa



Palermo es una ciudad un tanto complicada de conocer. Afortunadamente también tiene su bus rojo turístico que facilita la visita. Lo tomamos en frente al Teatro Politeama y tuvimos tiempo de hacer todo el recorrido, con bajadas en la Catedral, el Teatro Massimo y el mercado de la Vucchiria, en donde almorzamos.

Teatro Politeama

Porta Felice

Catedral de Palermo

Catedral de Palermo

Piazza San Domenico

Porta Nuova

Villa Bonanno

Después de almuerzo, regresamos al hotel y más tarde, a caminar en el parque de la marina, al frente del hotel.



Al día siguiente haríamos el paseo a Monreale, que con su monasterio benedictino y su catedral, constituyen lugar de visita obligatoria.








Después de esta visita y almorzar en la Trattoria Monreale, por supuesto con antipasto di mare, pizza al forno y cerveza Peroni (consumo suficiente para que nos sellaran el ticket de estacionamiento), enrumbamos al sur, hacia Agrigento, cuyo atracción principal, además de haber sido el lugar de nacimiento de Empèdocles, a quien Xavier guarda especial respeto y cariño, es el Valle de Los Templos, el cual constituye el conjunto de templos griegos mejor conservado del mundo, patrimonio de la humanidad. Llegamos a buena hora para visitar el valle, tomar un gelato de pistacchio y esperar el atardecer.

Templo de los Dioscuros

Templo de la Concordia


Templo de Hera


Restos del Templo de Zeus Olímpico

Por cierto, dato curioso para mis hermanos, hijos y sobrinos, es que el Templo de Zeus Olímpico, en su momento fue el segundo templo griego más grande de la antiguedad, después del Templo de Artemisa en Efeso... ¿les suena?


Templo de la Concordia

Templo de Heracles


Ya Noto me había dicho que había que sentarse a cenar en una terraza con vista al valle, para ver los templos iluminados en la noche, acompañando la comida con un Prosecco. Te tomamos la palabra. 



A la mañana siguiente salimos hacia Ragusa, en el extremo sureste de la isla, ciudad cuya parte vieja me hizo recordar una de las clásicas preguntas de mi papá, repetitivas cada Semana Santa (aparte de como se fija la semana santa...jeje!) y que va para mis hermanos: ¿Cuál ópera se desarrolla en una aldea siciliana en un Domingo de Pascua de Resurrección? y mi mamá daba la respuesta de inmediato: ¡Cavalleria Rusticana!... Pudiera decir ahora que Cavalleria Rusticana se desarrolló en Ragusa.








Es que las callejuelas, fachadas de las casas, plazas e iglesias de Ragusa, son de una "típica aldea siciliana". La misma sensación la tuve posteriormente en Ortigia. Aunque seguramente no era aquí, pensé que estaba en el propio pueblo de Vito Corleone. Al menos pensé que veía el balcón donde Vito apuñala a Don Ciccio.


Ragusa tiene una parte vieja "Ragusa Ibla" y una parte nueva. Nos hospedamos en Casa Vacanza San Giovanni, un bed and breakfast ubicado a una cuadra de la catedral de San Giovanni, en la parte nueva y cuya terraza para desayuno tenía bellas vistas de las cúpulas de la catedral. Las atenciones de Angelo, sobre todo en la preparación de las delicias sicilianas del desayuno, insistiendo en que probáramos sus cannolis con ricotta y pistacho, únicos de Ragusa, nos dejaron un recuerdo imborable de esa estancia.
 



Nos despedimos de Angelo la mañana del 25 de abril de 2015, justamente el día de cumpleaños de mi papá (hubiesen sido solo 97!!), rumbo a nuestras últimas escalas sicilianas antes del regreso, Siracusa y Taormina. Nos disponíamos a celebrar en esta última el cumpleaños de Francis el lunes 27.
Atrás quedaba la esperanza de encontrarnos con algún descendiente de Vito Corleone...






martes, 19 de mayo de 2015

Costa Amalfitana

El 18 de abril, regresamos de Capri a Nápoles e inmediatamente nos dirigimos al aeropuerto a alquilar el carro. Un Fiat 500 ("Cinquecento"), en el cual tuvimos que hacer maromas para meterle las maletas y que de paso casi que tuve que aprender a manejar por lo chiquito que es. En mi vida había manejado un carro tan pequeño! En las autopistas cuando pasaban los camiones pensaba que nos íbamos a voltear, pero es cuestión de costumbre y ya a los 10 días me sentía como pez en el agua. Claro que como sardina nadando con ballenas...!!
Tomamos la autostrada A3 hacia Salerno. De paso lo del GPS es un gasto obligado, porque nos hubiese sido imposible si quiera salir de Nápoles y mucho menos llegar al  hotel en Sorrento sin él, Más tarde, para Positano y sobre todo para llegar a los hoteles de los pueblos de La Sicilia, ese "adminículo" (como hubiese dicho Papatito), se pagó con creces. No me imagino volver a los mapas de papel, ¡Salve tecnología!
Tomamos la A3 y en Torre Annunziata tomamos la Vía Sorrentina hacia Sorrento (costa Amalfitana). Es una carretera muy al estilo andino, es decir curva y curva, pero bordeando los acantilados de la costa y con la diferencia de que circulan carros, motos y autobuses a más de 80 kmh. A veces te tiemblan las piernas por la cercanía de los precipicios. De todos modos los paisajes te obligan a parar en cualquier recodo a tomar fotos. De paso, en Nápoles habíamos adquirido felizmente, de un "buhonero" nepalí, lo que llamamos "el selfie", al cual durante el viaje "le sacamos el jugo". A la larga, tomé más fotos con el celular que con la cámara Nikon. Del tiro compraríamos "selfies" para traerles también a las sobrinas...


Llegamos a Sorrento temprano en la tarde. Nos alojamos en Green House, un acogedor Bed and Breakfast, situado a 50 mts de la entrada a la zona amurallada, es decir "pata e´mingo". La atención de Iride fue extraordinaria y hasta nos consiguió entradas para asistir al espectáculo musical Sorrento, en el Teatro Tasso, con cena incluida, para esa misma noche. 
La ciudad es realmente preciosa, con una gran vida, a diferencia de Capri... La zona histórica se recorre en un dos por tres y no se puede dejar de sucumbir ante la tentación de un gelato, el cual por cierto nos vendió una argentina, para quién los helados de su esposo son los mejores de toda la Campania. Pura humildad!





Después de caminar por sus angostas calles y tomar una copa de vino en el Chaplin´s, nos fuimos a preparar para la cena show de la noche. 


Ya en el teatro, primero nos pasaron a la terraza para disfrutar de una copa de prosecco como aperitivo. 
Seguidamente pasamos a la galería superior del teatro, para una cena amenizada musicalmente con guitarra y mandolina, a lo cual llaman "pusteggia", durante la cual Francis no podía dejar de bailar Funiculi funicula. Luego pasamos al show musical, con bellos temas y danzas regionales inolvidables, entre las cuales pudimos disfrutar de Torna a Surriento, Santa Lucia, Tarantela y por supuesto O Sole mío. Termina todo el público bailando y cantando con el elenco y yo tocando una triccaballacca!! www.google.com jeje!




Esssoo Xavier!!

Al día siguiente, también por sugerencia de Iride, fuimos a la playa a almorzar en el restaurante O´ Puledrone. Sopa de mejillones (Zuppa di Cozze) y luego unos espaguettis a la vongole, que me hicieron recordar los que preparaba Mamana en Río Chico. Todo acompañado por "una" cerveza Peroni y el Vesubio como telón de fondo al otro lado del Golfo de Nápoles. O sea...!


Casualmente ese día Alfredo Miguel había puesto en facebook una foto de una cerveza Stella Artois , con la expresión "nada como una stella en Ecuador", así que tomé esta foto y la puse con la frase "nada como una Peroni en Sorrento y con el Vesubio de fondo" ¡Jejeje! ¡Perdón Alfredito por tratar de darte coco!


Nos encantó Sorrento. Para mí, la Joya de la Corona. Podemos hacernos eco de la canción, la cual les dedico a todos mis amigos italianos y a mi amadísima esposa, en la voz del gran Luciano Pavarotti.



La siguiente parada, ya en plena Costa Amalfitana sería Positano, seguramente el lugar más romántico de la Campania y ciertamente uno de los más bellos.

POSITANO. 

Llegamos a este idílico lugar la tarde del 19 de abril, fecha por cierto muy triste porque nos enteramos antes de salir de Sorrento de la lamentable muerte de nuestro amadísimo y siempre recordado amigo Santi. Dios te bendiga hermano.


El paseo por la carretera que separa Sorrento de Positano, transcurre serpenteando la costa al borde de acantilados casi verticales, lo cual es una constante en todo el curso de la Costa Amalfitana.


La entrada a Positano es ya muy particular. A diferencia de Sorrento, la calle de entrada tiene un solo sentido y va bajando en zig zag desde la carretera principal hasta el nivel de la playa. Si como en el caso nuestro, te pasas del estacionamiento del hotel, hay que subir nuevamente hasta la carretera principal, regresar y volver a entrar al pueblo. En el caso del Savoia, ubicado en la Via Cristoforo Colombo, el parcheggio estaba 50 mts antes de la entrada del hotel y no hay manera de retroceder. Conocí entonces todo el pueblo, antes de estacionar el carro. 
El hotel es bello y con una ubicación inmejorable, dada su proximidad a la zona peatonal. Las vistas desde la habitación son espectaculares y bien vale la pena comprar algo de prosciutto, aceitunas y una botella de vino, para sentarse en la terraza de la habitación a disfrutar del paisaje mediterráneo.




Bajando por empinadas callejuelas, con tiendas, ristorantes y hoteles a los lados, se llega a la "spiaggia". Claro que a los caribeños, acostumbrados a playas de arena blanca y fina, nos cuesta hasta caminar descalzos sobre estas piedritas, pero esta gente si sabe de turismo y lo que no tienen en arena, les sobra en servicios. Además, la vista de Positano desde la playa es otro espectáculo. Dicen que París bien vale una misa, pero Positano, recordando a Mery, hasta vale un retiro espiritual.





Como íbamos a pasar dos noches en Positano, decidimos ir a Amalfi y Ravello al día siguiente.
Es un paseo de aproximadamente 1 hora, que se transforma en algo más por las paradas en miradores a disfrutar del paisaje y tomar fotos.



Amalfi tiene una catedral que bien vale el pago de la visita. El claustro, la Basílica del Crucifijo y finalmente la Cripta, donde se conservan la cabeza y los huesos de San Andrés, constituyen el corazón de Amalfi.



Después de almorzar un delicioso risotto alla pescatora en el puerto, seguimos a Ravello, pueblo de montaña que regala vistas espectaculares de la costa amalfitana, para luego regresar a Positano, con tiempo para ponernos los trajes de baño y mojar los pies en el Mar Tirreno. Puro despliegue, porque el "mojarse los pies" es un decir. La temperatura del agua no permite ni si quiera meter el dedo gordo...


El ristorante Max nos esperaba para una cena excepcional. Un lugar que además de ofrecer excelente comida, es un museo donde se exhiben bellas obras de arte.



Ya el 21 de abril, después de la caminata matutina por el pueblo y un desayuno que incluyó hasta café espresso con Sambuca y con las ganas aún de seguir disfrutando de esta bellísima región de Italia, nos dispusimos a regresar a Nápoles para tomar el ferry a Sicilia, no sin antes pasar por Pompeya, otro de los lugares emblemáticos de Italia y que regala imágenes impresionantes del volcán que la destruyó en el año 79 d.C.




Almuerzo en Pompeya, nuevamente con espagueti a la vongole y una Peroni, esta vez de jarra completa (lo que hubiesen disfrutado el Príncipe y Jorgito) y finalmente regreso a Nápoles para ir a hacer la cola del ferry... rumbo a Sicilia.



Ci Vediamo dopo Napoli! Ciao Sicilia!