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viernes, 21 de enero de 2022

Mis Guacamayas - Crónica del encuentro con estas maravillosas criaturas.


Son finales de noviembre de 2021 y observando a mi vecina Lovelia @guacalandzuela, recibiendo desde hace meses, diariamente la visita de un buen número de guacamayas, me "picó" el deseo de yo también recibirlas en mi casa, pero Francis no estaba de acuerdo, por considerar que iban a ensuciar mucho su terraza... Me vas a mataaar😂
Un día, para mí importante, Lovelia me dice que salían de viaje y me pedía el favor a ver si podía pasar a su terraza a alimentarlas dos veces al día. ¿Muerto quieres misa? Jajajaja. La respuesta era obvia.
Luis Emiro y Lovelia me dejaron una buena provisión de cambures, semillas de girasol y maní y así empezó esta "aventura". 
Al principio fue algo intimidante, porque uno cree que pueden morderlo con ese gran pico, pero rápidamente se pierde ese miedo y se transforma en un deseo de que pase rápido la noche y el día, para que llegue el momento del encuentro con estas maravillosas criaturas.


Desde el primer día fue impresionante la cantidad de guacas que llegaron a comer y ya desde el inicio se da uno cuenta de que se ordenan para recibir su maní, que es lo que más les gusta y hasta se colean para recibir otro. Algunas hasta se montan en la cabeza o en el hombro de uno, para recibir primero. Jajajaja!
Las vas conociendo poco a poco, porque hay unas que son asiduas comensales, como quien dice, clientes fijos. Horacio, Uriel, Valentín, Petra y Piquito fueron nombradas por Lovelia y aprendí a identificarlas. Horacio en la foto, tiene un hundidito en el pico, probablemente de haberse golpeado contra una ventana. Es un solitario, aunque en las noches se refugia con Uriel y Petra en los chaguaramos cerca de la piscina del conjunto. Por cierto, sus ojitos con un halo más oscuro reflejan que son jóvenes. Cuando van pasando los años, los ojos se les ponen más claritos, como en la primera foto.


Uriel, es el más cariñoso y no tiene para nada temor de montarse en la cabeza o en el brazo, dejarse acariciar y hasta parece hablarte. De paso es un glotón... le encanta una papilla que le prepara Lovelia, pero igual después se viene a comer aquí. Como quien dice, para completar.😅


Petra, más arisca, siempre anda en trío con Horacio y Uriel y muchas veces están hasta que cae la noche. Le encanta el cambur y ahora descubrí que le encanta morder la cáscara y el tallito del plátano.


Piquito, tiene razones de sobra para llamarse así. Posiblemente, el choque más fuerte con algo contundente le hizo perder la punta de su pico, pero se defiende como la que más y come perfectamente el maní, las semillas y el cambur. No viene mucho, pero me alegra mucho verlo.
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Francis con los días se decidió a venir conmigo hasta la terraza de Lovelia y también se encariñó, pero siempre con reservas por la cantidad de conchas que riegan en el piso (y ni hablar del pupú..😟.).



De todos modos, me las ingenié para montar mi comedero propio, sin decirle nada a la patrona🙊 y al llegar los Briceño, ya había montado una bandejita de madera, lejos de la terraza, para ver si venían a comer, cosa que, gracias a Dios pasó. Primero una, luego otra y así poco a poco iban llegando, claro que con la competencia de los Briceño al lado, siempre han sido menos clientes que allá😒, pero como me dijo Luis Emiro, había que hacer el punto 😂.



Poco a poco fueron llegando, pero otro buen día, Lovelia nuevamente me dice que se van por una semana, para que estuviera pendiente. Entonces las muy interesadas si que empezazon a llegar en gran número.😀
Sin importar la lluvia ni el frío, aquí estaban.




Tocó el día que nos fuimos nosotros de viaje por Navidad y Año Nuevo y tuvimos que nombrar un "alimentador designado", nuestro vecino Gorky, para que nos hiciera el quite y no perder el punto😉.
Por supuesto que a Gorky y Scarlet les encantó "el numerito" y tomaron fotos hasta el cansancio. De paso les impresionó la puntualidad de los comensales. 

Al regresar, del viaje aquí siguen, algunos días vienen más y otros días menos, pero "las de la casa", Uriel, Petra y Horacio, son más fieles que perro de iglesia. En los últimos días recibo la visita de una pareja adulta, por cierto muy nerviosas. Se paran en el pino y cuando las llamo vienen, comen algo y vuelan al pino, para repetir el proceso al menos tres veces.


Me alegran la vida y embellecen el paisaje tanto, que no me canso de tomarles fotos. Con El Ávila de fondo son un permanente y cambiante cuadro de Cabré. Sin precio.


Dios nos ha bendecido con este regalo de la naturaleza. Estamos pensando ahora como hacer para colocarles un sitio donde anidar, a ver si Petra y Uriel se deciden...😊, o las nerviositas😀.




 


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