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domingo, 31 de julio de 2011

Escocia con los escoceses

A finales de mayo, justamente coincidiendo con la semana del whisky, dejamos Londres atrás. Utilizando "accidentalmente" el tren, gracias a la inoportuna erupción del volcán islandés Grimsvötn, la cual causó la cancelación de nuestro vuelo a Edimburgo. El 24 de mayo de 2011, después de un trayecto de casi 8 horas, llegamos a la capital escocesa, para hospedarnos en un bello hotel en la Royal Mile, el Radisson Blu Edinburgh. Cometida la novatada de irnos caminando desde la estación al hotel, creyendo que el mismo quedaba muy cerca (al menos en el mapa se ve así), nos tocó subir una cuesta parecida a la de Sabas Nieves, pero arrastrando las maletas por calles empedradas. Esa noche por supuesto "decidimos" caer muertos en la cama, afortunadamente muy cómoda. Al día siguiente ya teníamos pagado un tour para conocer castillos y lagos de las Highlands, por lo cual tendríamos que dejar el paseo por la ciudad para el otro día. Salimos temprano con rumbo oeste y después de pasar Stirling, llegamos al Doune Castle, un castillo medieval, del siglo XIII, excelentemente conservado. Continuado el camino hacia el oeste, llegamos a las ruinas del Kitchurn Castle, construído en el siglo XV a las orillas de Loch Awe. Esta visita vale bien la pena, no solo por la estructura misma del castillo, la cual transporta al visitante a la edad media, sino también por las bellísimas vistas del lago desde lo alto de una de las torres. Seguimos hacia el pequeño puerto de Inveraray, a orillas de Loch Shira, para almorzar. En la tarde, sin mucho que conocer en el puerto y bajo una inclemente lluvia, iniciamos el regreso a Edinburgh, pasando cerca del castillo de Stirling y el bellisimo puente del ferrocarril sobre Firth of Forth antes de entrar a la ciudad. Edimburgo es una ciudad cautivadora. Pudiera decir que es una de las más bellas de Europa. Cargada de encanto por su muy particular arquitectura medieval, dominada por su espectacular castillo. Tres días no fueron suficientes para conocer la ciudad, pero sí para decidirnos a volver con más tiempo para disfrutarla. La corredera nos impidió ir a destilerías, lo cual era uno de los objetivos principales del viaje. Queda para un próximo viaje, pero eso sí: ¡acompañado de sibaritas "maltófilos"...! Lo que sí hicimos fue traernos a casa una buena provisión de escoceses de single malt, gracias a los cuales, el recuerdo de esas tierras se ha mantenido vivo y "still walking". ¡Salud! Más fotos en Webshots http://travel.webshots.com/album/580648190MTgaPg?vhost=travel">

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