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sábado, 20 de junio de 2015

Cumpleaños siciliano

SIRACUSA - ORTIGIA

Después de salir de Ragusa y tras una breve parada en Marina di Ragusa, seguimos nuestro camino hacia Siracusa. Había escogido un BB en la Isola di Ortigia, patrimonio arqueológico y con seguridad la zona más hermosa de Siracusa. Nos costó conseguir el hotel, porque la Vía dell Castello Maniace no aparecía ni en el GPS, así que tuvimos que preguntar a unos taxistas, quienes a su vez tuvieron que llamar al hotel, para después explicarnos en perfecto italiano como llegar. Al llegar nos percatamos que valió la pena la elección, no solo por la ubicación, sino por lo hermoso de la habitación, las vistas y por supuesto el desayuno (es un bed and breakfast...).
Llegamos temprano a Siracusa y nos dieron inmediatamente la habitación. Salimos a almorzar y por supuesto a conocer Ortigia y tomar fotos.




La isla de Ortigia es la zona más antigua de Siracusa y sus calles y plazas están llenas de historia. Es una delicia caminar hasta la Piazza del Duomo, donde la visita a la Catedral constituye el punto central.





Al atardecer sentados en la terraza del hotel, con un par de copas de vino y antipasti que amablemente nos trajeron los muchachos del hotel, pudimos disfrutar de una puesta de sol espectacular.






Por la noche buscando un lugar donde cenar, nos topamos con una banda de jazz, tocando en una callejuela, cuya música le rindió homenaje a la memoria del pure. In the mood, When the saints go marching in, Hello Dolly!! Un día especial ese sábado 25 de abril, que como dije, empezó con el recuerdo de "un Domingo de Pascua en una aldea siciliana" y terminó con la música de big bands que tanto disfrutaba el Gran Pure, como le dice MT.






MONTE ETNA Y TAORMINA

Como dirían los chamos, "coronamos" el viaje a Sicilia en esta bellísima región, que habíamos escogido para la celebración del cumpleaños de Francis, Taormina. 
El 26 salimos de Siracusa y encontraríamos el Monte Etna en la vía, ocasión perfecta para subir y vivir esa experiencia única. Si bien ya habíamos estado en las laderas del Fuji y el Vesubio, nunca en la vida tan cerca del cráter de un volcán. A decir verdad, si bien no subimos hasta el cráter principal del Etna, me conformé con caminar hasta uno de los cráteres formados en alguna de sus erupciones y tomarme un selfie. 
Fotos en la nieve, rocas volcánicas de recuerdo, Arancini y una Birra Moretti... para todo lo demás...






Llegamos a Taormina temprano en la tarde del 26. El Atahotel Capotaormina fue "la guinda de la torta". Bellísimo hotel, con una vista no solo del mar, sino del Monte Etna. No me cansé de tomar fotos desde el balcón de la habitación. 





El pueblo queda bastante más arriba de la costa, en el Monte Taurus y hay autobuses del hotel que trasladan a los huéspedes hasta allá. Esta bella población, por cierto nada apacible, dada la inmensa cantidad de turistas volcados en las calles, es casi toda peatonal. Tiendas se alternan con restaurantes y galerías de arte en un ambiente festivo. Buen lugar para celebrar el cumpleaños de Francis. 






El 27 bajamos a la piscina y la playa a tomar el sol. Me atreví a nadar en la piscina, a pesar de los 2ºC de temperatura del agua. En el mar no me atreví, no solo por la temperatura, sino por el oleaje y por unas rocas amenazantes. ¡Susto! Prefiero Morrocoy o Margarita.





La cumpleañera se dio un masaje en el spa y quedó lista para la noche. Subimos a Taormina a cenar y después de recorrer varios lugares, escogimos la Trattoria Il Ciclope para comer y brindar por toda la familia, especialmente por la homenajeada.


¡Feliz cumpleaños mi cielo! ¡Salud!

Ya el 28 teníamos que despedirnos de Taormina y de Sicilia. Había que manejar unas cuantas horas por la costa norte de la isla, desde Messina hasta Palermo, a tomar nuevamente el ferry de regreso a Nápoles y al día siguiente el avión a Madrid. Todo tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos estaríamos ya en casa. Lamentablemente esa noche en el barco tuvimos muy mal tiempo y "el bicho" como diría Daniel, se movió como coctelera. Esta vez Francis no pudo dormir, no por mis ronquidos, sino por el mareo. 





Llegamos a Nápoles al amanecer del 29, con la misma nos fuimos al aeropuerto y tomamos el avión a Madrid, donde de nuevo en el Innside Madrid Genova finalmente nos pudimos relajar. Había que ir donde Beatriz a comprar el bellota y otras delicias para llevar a Caracas. Cenar en Chueca y con una copa de vino despedirnos de esa, mi ciudad preferida... ¡Madrid, Madrid, Madrid!

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