Cuando uno piensa en Sicilia, piensa automáticamente en el Monte Etna. Un volcán rodeado de una isla... Claro que esto es para el que no conoce Sicilia. Haberla incluido en nuestro viaje fue un gran acierto. La diversidad de culturas que durante la historia se han asentado en la isla, le dan un encanto muy especial dado por su riqueza arqueológica y lo pintoresco de sus pueblos. A medida que investigaba me daba cuenta que había muchas cosas por conocer. Recorrerla toda era imposible y tendríamos que tratar de conocer en 1 semana los sitios más emblemáticos.
Sicilia es arte, es historia, son paisajes inolvidables y sobre todo, Sicilia es música.
La planificación del viaje pasó por una investigación exhaustiva de cada uno de los lugares a visitar. Finalmente decidimos conocer Taormina (muy recomendada por los Galuppo Monticelli), Ragusa, Siracusa y Agrigento. Palermo sería la puerta de entrada, ya que el horario del ferry desde Nápoles era el ideal, por trasladarse durante toda la noche y amanecer en esa ciudad, así que no se pierde tiempo diurno, el cual siempre es el útil durante los viajes.
Viajamos la noche del 21 de abril en el Rafaelle Rubattino, un ferry con todas las comodidades de un barco de cruceros, bastante diferente del Virgen del Valle... Pagamos un camarote para dormir toda la noche y amanecer en Sicilia frescos. Yo al menos, pude dormir bien, aunque Francis dice que no... por mis ronquidos..
Me desperté temprano y pude subir a cubierta a tomar fotos del alba, mientras Francis recuperaba algo del sueño perdido...
El barco atracó a las 6:30 am, pero pudimos bajar cerca de las 7:30. Luego a buscar el hotel para dejar el carro porque no podíamos hacer check in hasta después de las 3 de la tarde. El NH Palermo está situado en la Vía del Foro Itálico Umberto I, con preciosas vistas del parque y del puerto y lo más importante, a corta distancia del centro histórico, al cual se puede llegar caminando.
Dejamos el carro y las maletas y fuimos a caminar por Palermo. Cosas de Dios, entramos a una iglesia muy cerca del hotel, la Chiesa di Santa Teresa, en la Piazza della Kalsa y lo primero que vimos a los lados del altar fueron dos estatuas, de Santa Ana y Santa Teresa. Dios bendiga a mi madre Ana Teresa. Bendecidos por ella desde nuestra llegada a Sicilia.
Chiesa di Santa Teresa alla Kalsa
Palermo es una ciudad un tanto complicada de conocer. Afortunadamente también tiene su bus rojo turístico que facilita la visita. Lo tomamos en frente al Teatro Politeama y tuvimos tiempo de hacer todo el recorrido, con bajadas en la Catedral, el Teatro Massimo y el mercado de la Vucchiria, en donde almorzamos.
Teatro Politeama
Porta Nuova
Después de almuerzo, regresamos al hotel y más tarde, a caminar en el parque de la marina, al frente del hotel.
Al día siguiente haríamos el paseo a Monreale, que con su monasterio benedictino y su catedral, constituyen lugar de visita obligatoria.
Después de esta visita y almorzar en la Trattoria Monreale, por supuesto con antipasto di mare, pizza al forno y cerveza Peroni (consumo suficiente para que nos sellaran el ticket de estacionamiento), enrumbamos al sur, hacia Agrigento, cuyo atracción principal, además de haber sido el lugar de nacimiento de Empèdocles, a quien Xavier guarda especial respeto y cariño, es el Valle de Los Templos, el cual constituye el conjunto de templos griegos mejor conservado del mundo, patrimonio de la humanidad. Llegamos a buena hora para visitar el valle, tomar un gelato de pistacchio y esperar el atardecer.
Templo de los Dioscuros
Templo de la Concordia
Templo de Hera
Restos del Templo de Zeus Olímpico
Por cierto, dato curioso para mis hermanos, hijos y sobrinos, es que el Templo de Zeus Olímpico, en su momento fue el segundo templo griego más grande de la antiguedad, después del Templo de Artemisa en Efeso... ¿les suena?
Templo de la Concordia
Templo de Heracles
Ya Noto me había dicho que había que sentarse a cenar en una terraza con vista al valle, para ver los templos iluminados en la noche, acompañando la comida con un Prosecco. Te tomamos la palabra.
A la mañana siguiente salimos hacia Ragusa, en el extremo sureste de la isla, ciudad cuya parte vieja me hizo recordar una de las clásicas preguntas de mi papá, repetitivas cada Semana Santa (aparte de como se fija la semana santa...jeje!) y que va para mis hermanos: ¿Cuál ópera se desarrolla en una aldea siciliana en un Domingo de Pascua de Resurrección? y mi mamá daba la respuesta de inmediato: ¡Cavalleria Rusticana!... Pudiera decir ahora que Cavalleria Rusticana se desarrolló en Ragusa.
Es que las callejuelas, fachadas de las casas, plazas e iglesias de Ragusa, son de una "típica aldea siciliana". La misma sensación la tuve posteriormente en Ortigia. Aunque seguramente no era aquí, pensé que estaba en el propio pueblo de Vito Corleone. Al menos pensé que veía el balcón donde Vito apuñala a Don Ciccio.
Ragusa tiene una parte vieja "Ragusa Ibla" y una parte nueva. Nos hospedamos en Casa Vacanza San Giovanni, un bed and breakfast ubicado a una cuadra de la catedral de San Giovanni, en la parte nueva y cuya terraza para desayuno tenía bellas vistas de las cúpulas de la catedral. Las atenciones de Angelo, sobre todo en la preparación de las delicias sicilianas del desayuno, insistiendo en que probáramos sus cannolis con ricotta y pistacho, únicos de Ragusa, nos dejaron un recuerdo imborable de esa estancia.
Nos despedimos de Angelo la mañana del 25 de abril de 2015, justamente el día de cumpleaños de mi papá (hubiesen sido solo 97!!), rumbo a nuestras últimas escalas sicilianas antes del regreso, Siracusa y Taormina. Nos disponíamos a celebrar en esta última el cumpleaños de Francis el lunes 27.
Atrás quedaba la esperanza de encontrarnos con algún descendiente de Vito Corleone...
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