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jueves, 24 de octubre de 2013

Juneau. Glaciar por aire.


El primer día de navegación fue para conocer el barco, aunque con tantos salones, restaurantes y piscinas, terminada la semana aún nos perdíamos en él.
Fijamos cita en el Lotus Spa, para un masaje ese mismo día. Como quien dice, empezar la semana relajadito...
Había reservado para un masaje sueco, el cual recibí plácidamente, aunque la señorita, muy amablemente trató de convencerme de que necesitaba algo más, lo cual rechacé (por si acaso...). A Francis sin embargo, si la pudieron agarrar con el "algo más" y el upgrade fue un masaje con bambúes (no me imagino como masajean con eso...), lo cual cobraron por cierto, bien caro. Hasta le vendieron un gel "relajante". A mí intentaron también venderme el gel, pero prefiero no usar ese tipo de cosas, no vaya a ser que me relaje demasiado...! (Max no utiliza eso y menos JJ...!!).
La primera noche fue gala de bienvenida con champán en la Galleria. En la cena sirvieron ostras y salmón. Pedimos doble ración y Raymond nos complació. ¡Continuamos con buenos parciales!


Al día siguiente llegábamos a Juneau a la 1 pm. Aprovechamos la mañana de ese soleado día, mientras navegábamos por el Stevens Passage, para tomar fotos en las cubiertas (con gorro, con lentes, con chaqueta, etc.).



Juneau, a pesar de ser la capital de Alaska (siempre pensé que era Anchorage), es un pequeño pueblo, cuya atracción turística principal, aparte del teleférico (Tramway) y la cercanía del glaciar, es la venta de diamantes y otras piedras preciosas con nombres extraños (alejandrita, jorgexita, alanxita, maxdrita, victorxita... etc... Jejeje!).



Desde el día anterior te tratan de vender las piedras en el barco, con charlas "informativas", cupones de descuento y todo tipo de trucos, para hacerte sentir miserable si no compras un diamante de esos en Juneau. De todos modos, no éramos los únicos decididos a no gastar en eso (al menos yo). Lo del Sicad no daba para tanto...
Una vez el Sapphire atracó en Juneau, bajamos al pueblo a comprar unos souvenirs y conocer algo de la capital de Alaska. Pasamos por cada una de las joyerías (es imposible que una mujer no entre a probarse un anillo o unos aretes, en TODAS las joyerías, así no tenga un dólar en la cartera). Claro que, sintiéndonos miserables por no poder pagar por un anillito $1500 (Bs. 75.000 al cambio innombrable), decidimos seguir nuestro camino en la onda del turismo ecológico. Un par de perros de trineo posaron con Francis a cambio de $1. ¡Un ahorro y mejor resultado!


A las 4:15 pm teníamos que estar de regreso en el puerto para el tour. La excursión escogida era un vuelo en helicóptero al Mendenhall Glacier. ¡Emoción y susto!


La sensación, para quien no ha montado en helicóptero nunca (la comai p. ej.) fue extraña, mezcla de pánico y alegría de estar volando. El piloto dio "una vuelta" entre las montañas nevadas, enseñándonos infinidad de glaciares (Alaska es el lugar que concentra mayor cantidad de glaciares en todo el planeta) y pudimos aprender que hay diferentes tipos (de lago, de río, de mar y hasta unos que todavía no llegan a ningún destino). Glaciares viejos y jóvenes. Glaciares que en su camino de descenso se encuentran con otro y se unen, formando un inmenso río de hielo donde queda marcada la unión como un carril oscuro (lo verán en las fotos del Mendenhall). Nos explicaron el porqué del color azul del hielo (Wikipedia: resultado de un sobretono de la molécula de hidróxido (OH) contenida en el agua que absorbe la luz roja del final del extremo del espectro visible... Jejeje), el porqué vienen cubiertos y mezclados con tierra y rocas y hasta el porqué se forma un túnel debajo del glaciar. Creo que al final de la semana sería un glaciarólogo...


El helicóptero desciende sobre el glaciar Mendenhall, el cual más abajo, forma un lago a un lado de Juneau. Pudimos caminar sobre el hielo y las grietas, claro que ninguna demasiado grande. Una experiencia diferente. Pudimos descubrir que, aquello de tomar un escocés con hielo del glaciar, al menos aquí, es pura mitología. El hielo está más sucio que cava de cervecería. Una capa de tierra acumulada de cien años... o mil?




Hay grietas de 30 mts de profundidad y si algún curioso (o bobo) se cae, ya se imaginan lo que le va a pasar. Después de 40 minutos de fotos sobre el Mendenhall llegaron los helicópteros para llevarnos de regreso a Juneau.


El regreso es más corto, sin vuelo escénico y finalmente llegamos al barco, ya oscureciendo, a tiempo para la cena. Jullia y Raymons no podían creer que habíamos pisado un glaciar. Esos muchachos, a pesar de todo lo que viajan no tienen tiempo de conocer nada. No los envidio!

Pueden revisar las fotos de Juneau en Picasa https://picasaweb.google.com/105466676373743580884/JuneauAlaska

Mañana será otro día. Otro glaciar, igualito..., pero diferente...

Próxima entrega: Skagway. Glaciar por río.

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