Vancouver es una ciudad verde. Sembrada de hermosos árboles, prácticamente en todas sus calles. Tiene gran cantidad de parques y es obligación de los constructores, cuando hacen un edificio, colocar un área verde a un lado. La ciudad tiene varios parques muy grandes, pero uno sobresale, casi del tamaño del Central Park de NY, el Stanley Park. Es imposible visitar Vancouver y no ir a Stanley Park a caminar por Seawall, visitar el Acuario, los Totem Poles, o simplemente sentarse en la grama a ver los barcos pasar.
Desde la primera mañana nos propusimos caminar desde el hotel hasta el parque y la verdad valió la pena.
Tenía en mente hacer el vuelo en hidroavión al regreso del crucero, pero después de caminar el viernes a Stanley Park y Coal Harbour, nos detuvimos en el terminal acuático de Harbour Air Seaplanes "a preguntar". Solo con ver los aviones despegando y amarizando, nos entusiasmamos y decidimos reservar de una vez el vuelo. Nos decidimos por el Panorama Classic Scenic Tour, con 20 minutos de vuelo ($114 pp). El siguiente costaba $174, así que... De paso la empleada nos dijo que tenía que ser ese mismo día, porque ya al día siguiente se esperaba mal tiempo (que raro!). Menos mal que lo hicimos ese día, porque no se equivocó el pronóstico del tiempo y al día siguiente cayó un diluvio. Un aparte en el cuento es que días después, ya en el meeting, un otorrino argentino se quejaba de la ciudad: SIC -Ché, como pueden decir que Vancouver tiene una calidad de vida de las más altas del mundo, si llueve tanto..!! Jaja!!! Que boludo!!
Desde la primera mañana nos propusimos caminar desde el hotel hasta el parque y la verdad valió la pena.
Tenía en mente hacer el vuelo en hidroavión al regreso del crucero, pero después de caminar el viernes a Stanley Park y Coal Harbour, nos detuvimos en el terminal acuático de Harbour Air Seaplanes "a preguntar". Solo con ver los aviones despegando y amarizando, nos entusiasmamos y decidimos reservar de una vez el vuelo. Nos decidimos por el Panorama Classic Scenic Tour, con 20 minutos de vuelo ($114 pp). El siguiente costaba $174, así que... De paso la empleada nos dijo que tenía que ser ese mismo día, porque ya al día siguiente se esperaba mal tiempo (que raro!). Menos mal que lo hicimos ese día, porque no se equivocó el pronóstico del tiempo y al día siguiente cayó un diluvio. Un aparte en el cuento es que días después, ya en el meeting, un otorrino argentino se quejaba de la ciudad: SIC -Ché, como pueden decir que Vancouver tiene una calidad de vida de las más altas del mundo, si llueve tanto..!! Jaja!!! Que boludo!!
Sigo. A las 2:30 pm estábamos ya listos para el abordaje. Primera vez en la vida. Había que experimentarlo.
El despegue es emocionante, impresionando la potencia del motor y la velocidad que alcanza antes de levantarse del agua. El piloto luego de pasar sobre el Lyons Gate, dirigió el hidroavión hacia el norte, buscando la cordillera. Después de un vuelo entre montañas cubiertas de pinos y sobre bellos lagos, regresamos a Vancouver, volando sobre Granville Island, Downtown y Stanley Park, para acuatizar frente a Canada Place (puerto de cruceros en la foto). El paseo es altamente recomendable. La compañía ofrece también vuelos a Victoria, pero ya había pagado el tour en bus, por cierto bastante más barato... También hay vuelos hasta un glaciar, acuatizando en un lago frente al mismo. Eso por si se animan Mateo y Belkis...
Después del vuelo, caminaríamos por Granville Street, hacia el hotel, ya pensando en la cena en Blue Water Café & Raw Bar.
El restaurant está ubicado en Yaletown, muy cerca del hotel, distancia que se podía cubrir caminando, si no hubiese caído un aguacero. Tuvimos que tomar un taxi, el cual por cierto se tardó en llegar, dada la torrencial lluvia. De todos modos al llegar al restaurant tuvimos que esperar unos 15 minutos para que nos llevaran a la mesa.
El Blue Water Café es considerado uno de los mejores restaurantes de Vancouver. Tiene una barra de sushi espectacular donde Víctor y Rita disfrutarían horrores y la comida del mar es sencillamente extraordinaria. Acompañamos la comida con espumante y me tomé un single malt como pousse café... Los gustos en vida, como dice Anabel...!
Cheers!
Después de la cena afortunadamente había escampado y pudimos regresar al hotel caminando. Hasta ese momento, como dice Carlos B utilizando una terminología hípica, llevábamos buenos parciales...!
Llegó así el tan esperado día sábado. Anabel se hubiese ido al puerto desde la mañana, pero nos advirtieron que no nos apareciéramos antes de la 1 pm, así que caminamos nuevamente al Stanley Park y de regreso desayunamos en el Café Frances en Nelson St. Nos fuímos a Canada Place antes de la 1. Por supuesto, la cola para embarcar era gigantesca. No es fácil meter 2.600 pasajeros en un barco en una tarde, así que paciencia!. Ni un venezolano en la cola (se sabe cuando hay venezolanos en cualquier cola...). Lo que tarda la entrada es que el barco sale de Canada y entra en Alaska (USA), así que las autoridades de inmigración norteamericanas hacen la revisión igualito que en los aeropuertos (huellas, foto y demás). La odisea del pasaporte de la comai, con la visa americana, no la voy a contar, pero finalmente abordamos el Sapphire Princess alrededor de las 4 pm.
El barco es realmente impresionante. Lujo, belleza y comodidad por doquier. En mi album de Picasa "Hacia Alaska en el Sapphire Princess" pueden ver las fotos del barco al momento de zarpar y del primer día de navegación.
El camarote que nos tocó (A-502), sencillamente inmejorable, sobre todo por el balcón. Desde allí pudimos disfrutar la zarpada del puerto de Vancouver. En días posteriores nos sentaríamos a tomar unas copitas de vino admirando los paisajes de Alaska (salud Jorgito!) y por supuesto, tomando cientos de fotos... Francis con lentes, Francis sin lentes, Francis con sombrero, Francis sin sombrero, ahora Francis con chaqueta, una conmigo y por fin una para papaupa solo..Jejeje!
En la tarde, tuvimos el ensayo de salvamento, habitual el primer día, después del cual pudimos disfrutar de una bella puesta de sol, que ya nos decía lo que nos esperaba en Alaska.
Nos tocó el segundo turno de comida. Debo acotar que desde el primer crucero que hice a los 22, al cual hice referencia en la entrada "La despedida", mi papá nos decía que había que pedir el segundo turno de cena, porque así no estás apurado cuando bajas del barco en algún puerto. Lo he cumplido siempre... Gracias pure!
Nos recibieron en el International Dining Room, quienes serían nuestros anfitriones el resto de la semana, Jullia de Ukrania y Raymond de Filipinas, dos chamos realmente encantadores. Nos hicieron sentir como reyes. Deben estar ahora navegando hacia Hawai. Saludos!
La semana prometía... y cumplió con creces.
Próxima entrega: Juneau: Glaciar por aire.
Fotos de Vancouver en Picasa https://picasaweb.google.com/105466676373743580884/Vancouver
y del primer día en el barco en https://picasaweb.google.com/105466676373743580884/HaciaAlaskaEnElSapphirePrincess?authkey=Gv1sRgCMnCxaeCk6P96QE
1 comentario:
Beatriz Degwitz
16:56
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Hola Hugo: Bienvenido a tu país , siempre que se de tí estás de viaje por algún lugar del planeta. Disfruté muchisimo tus fotos y videitos del viaje a Alaska. Valió la pena verdad? es bellisimo. Nosotros salimos de Seattle pero me encantaría conocer Vancouver, ya vi una partecita en tu video. Estoy pendiente de la próxima aventura, saludos a francis. Un abrazo
Beatriz
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