Bienvenidos

Hola!, si estás aquí es porque has sido invitado o tienes algo en común con nosotros, bien sea el mismo apellido, o gustos similares, principalmente el de viajar. Cualquiera que sea el motivo, te damos la bienvenida a nuestro blog y esperamos que lo disfrutes y que la información que aquí obtengas te sea útil y agradable.

martes, 19 de mayo de 2015

Costa Amalfitana

El 18 de abril, regresamos de Capri a Nápoles e inmediatamente nos dirigimos al aeropuerto a alquilar el carro. Un Fiat 500 ("Cinquecento"), en el cual tuvimos que hacer maromas para meterle las maletas y que de paso casi que tuve que aprender a manejar por lo chiquito que es. En mi vida había manejado un carro tan pequeño! En las autopistas cuando pasaban los camiones pensaba que nos íbamos a voltear, pero es cuestión de costumbre y ya a los 10 días me sentía como pez en el agua. Claro que como sardina nadando con ballenas...!!
Tomamos la autostrada A3 hacia Salerno. De paso lo del GPS es un gasto obligado, porque nos hubiese sido imposible si quiera salir de Nápoles y mucho menos llegar al  hotel en Sorrento sin él, Más tarde, para Positano y sobre todo para llegar a los hoteles de los pueblos de La Sicilia, ese "adminículo" (como hubiese dicho Papatito), se pagó con creces. No me imagino volver a los mapas de papel, ¡Salve tecnología!
Tomamos la A3 y en Torre Annunziata tomamos la Vía Sorrentina hacia Sorrento (costa Amalfitana). Es una carretera muy al estilo andino, es decir curva y curva, pero bordeando los acantilados de la costa y con la diferencia de que circulan carros, motos y autobuses a más de 80 kmh. A veces te tiemblan las piernas por la cercanía de los precipicios. De todos modos los paisajes te obligan a parar en cualquier recodo a tomar fotos. De paso, en Nápoles habíamos adquirido felizmente, de un "buhonero" nepalí, lo que llamamos "el selfie", al cual durante el viaje "le sacamos el jugo". A la larga, tomé más fotos con el celular que con la cámara Nikon. Del tiro compraríamos "selfies" para traerles también a las sobrinas...


Llegamos a Sorrento temprano en la tarde. Nos alojamos en Green House, un acogedor Bed and Breakfast, situado a 50 mts de la entrada a la zona amurallada, es decir "pata e´mingo". La atención de Iride fue extraordinaria y hasta nos consiguió entradas para asistir al espectáculo musical Sorrento, en el Teatro Tasso, con cena incluida, para esa misma noche. 
La ciudad es realmente preciosa, con una gran vida, a diferencia de Capri... La zona histórica se recorre en un dos por tres y no se puede dejar de sucumbir ante la tentación de un gelato, el cual por cierto nos vendió una argentina, para quién los helados de su esposo son los mejores de toda la Campania. Pura humildad!





Después de caminar por sus angostas calles y tomar una copa de vino en el Chaplin´s, nos fuimos a preparar para la cena show de la noche. 


Ya en el teatro, primero nos pasaron a la terraza para disfrutar de una copa de prosecco como aperitivo. 
Seguidamente pasamos a la galería superior del teatro, para una cena amenizada musicalmente con guitarra y mandolina, a lo cual llaman "pusteggia", durante la cual Francis no podía dejar de bailar Funiculi funicula. Luego pasamos al show musical, con bellos temas y danzas regionales inolvidables, entre las cuales pudimos disfrutar de Torna a Surriento, Santa Lucia, Tarantela y por supuesto O Sole mío. Termina todo el público bailando y cantando con el elenco y yo tocando una triccaballacca!! www.google.com jeje!




Esssoo Xavier!!

Al día siguiente, también por sugerencia de Iride, fuimos a la playa a almorzar en el restaurante O´ Puledrone. Sopa de mejillones (Zuppa di Cozze) y luego unos espaguettis a la vongole, que me hicieron recordar los que preparaba Mamana en Río Chico. Todo acompañado por "una" cerveza Peroni y el Vesubio como telón de fondo al otro lado del Golfo de Nápoles. O sea...!


Casualmente ese día Alfredo Miguel había puesto en facebook una foto de una cerveza Stella Artois , con la expresión "nada como una stella en Ecuador", así que tomé esta foto y la puse con la frase "nada como una Peroni en Sorrento y con el Vesubio de fondo" ¡Jejeje! ¡Perdón Alfredito por tratar de darte coco!


Nos encantó Sorrento. Para mí, la Joya de la Corona. Podemos hacernos eco de la canción, la cual les dedico a todos mis amigos italianos y a mi amadísima esposa, en la voz del gran Luciano Pavarotti.



La siguiente parada, ya en plena Costa Amalfitana sería Positano, seguramente el lugar más romántico de la Campania y ciertamente uno de los más bellos.

POSITANO. 

Llegamos a este idílico lugar la tarde del 19 de abril, fecha por cierto muy triste porque nos enteramos antes de salir de Sorrento de la lamentable muerte de nuestro amadísimo y siempre recordado amigo Santi. Dios te bendiga hermano.


El paseo por la carretera que separa Sorrento de Positano, transcurre serpenteando la costa al borde de acantilados casi verticales, lo cual es una constante en todo el curso de la Costa Amalfitana.


La entrada a Positano es ya muy particular. A diferencia de Sorrento, la calle de entrada tiene un solo sentido y va bajando en zig zag desde la carretera principal hasta el nivel de la playa. Si como en el caso nuestro, te pasas del estacionamiento del hotel, hay que subir nuevamente hasta la carretera principal, regresar y volver a entrar al pueblo. En el caso del Savoia, ubicado en la Via Cristoforo Colombo, el parcheggio estaba 50 mts antes de la entrada del hotel y no hay manera de retroceder. Conocí entonces todo el pueblo, antes de estacionar el carro. 
El hotel es bello y con una ubicación inmejorable, dada su proximidad a la zona peatonal. Las vistas desde la habitación son espectaculares y bien vale la pena comprar algo de prosciutto, aceitunas y una botella de vino, para sentarse en la terraza de la habitación a disfrutar del paisaje mediterráneo.




Bajando por empinadas callejuelas, con tiendas, ristorantes y hoteles a los lados, se llega a la "spiaggia". Claro que a los caribeños, acostumbrados a playas de arena blanca y fina, nos cuesta hasta caminar descalzos sobre estas piedritas, pero esta gente si sabe de turismo y lo que no tienen en arena, les sobra en servicios. Además, la vista de Positano desde la playa es otro espectáculo. Dicen que París bien vale una misa, pero Positano, recordando a Mery, hasta vale un retiro espiritual.





Como íbamos a pasar dos noches en Positano, decidimos ir a Amalfi y Ravello al día siguiente.
Es un paseo de aproximadamente 1 hora, que se transforma en algo más por las paradas en miradores a disfrutar del paisaje y tomar fotos.



Amalfi tiene una catedral que bien vale el pago de la visita. El claustro, la Basílica del Crucifijo y finalmente la Cripta, donde se conservan la cabeza y los huesos de San Andrés, constituyen el corazón de Amalfi.



Después de almorzar un delicioso risotto alla pescatora en el puerto, seguimos a Ravello, pueblo de montaña que regala vistas espectaculares de la costa amalfitana, para luego regresar a Positano, con tiempo para ponernos los trajes de baño y mojar los pies en el Mar Tirreno. Puro despliegue, porque el "mojarse los pies" es un decir. La temperatura del agua no permite ni si quiera meter el dedo gordo...


El ristorante Max nos esperaba para una cena excepcional. Un lugar que además de ofrecer excelente comida, es un museo donde se exhiben bellas obras de arte.



Ya el 21 de abril, después de la caminata matutina por el pueblo y un desayuno que incluyó hasta café espresso con Sambuca y con las ganas aún de seguir disfrutando de esta bellísima región de Italia, nos dispusimos a regresar a Nápoles para tomar el ferry a Sicilia, no sin antes pasar por Pompeya, otro de los lugares emblemáticos de Italia y que regala imágenes impresionantes del volcán que la destruyó en el año 79 d.C.




Almuerzo en Pompeya, nuevamente con espagueti a la vongole y una Peroni, esta vez de jarra completa (lo que hubiesen disfrutado el Príncipe y Jorgito) y finalmente regreso a Nápoles para ir a hacer la cola del ferry... rumbo a Sicilia.



Ci Vediamo dopo Napoli! Ciao Sicilia!

No hay comentarios: