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martes, 12 de mayo de 2015

O Sole mío...

El miércoles 15 de abril en horas de la noche, en vuelo de Alitalia llegamos a Nápoles, cuna de uno de los temas musicales más bellos de todos los tiempos... O Sole mío. Nos esperaba en el aeropuerto el amigo Luigi, para trasladarnos al NH Napoli Ambassador. Después de lo sufrido al llegar a Madrid, sin hablar ni papa de italiano y encima llegando de noche, preferí contratar el servicio de traslado del aeropuerto al hotel. Buena decisión. Luigi hasta nos hizo un pequeño tour por Nápoles, con explicaciones turísticas en perfecto italiano las cuales, por supuesto, no entendimos.
Al día siguiente tomaríamos el bus turístico, con explicaciones en castellano, para "mejor" comprensión.


Nápoles es una ciudad costera, a las orillas del Golfo del mismo nombre, en el Mar Tirreno y a las faldas del volcán Vesubio, el cual domina el paisaje de la ciudad.


El bus turístico permite ver, a vuelo de pájaro, palacios, castillos y plazas que ameritan una visita más larga a la ciudad. Pudimos "conocer" el Castel Nuovo, Castel dell Ovo, Piazza del Plebiscito, Piazza Garibaldi, Palacio Real, Museo Arqueológico y Galleria Umberto I. 




De momento Nápoles nos sirvió más como punto de enlace, primero hacia Capri y más tarde hacia Sicilia. 
La noche del jueves salimos a caminar por la Vía Toledo, donde hicimos un agradable descubrimiento gastronómico que nos brindó una cena extraordinaria, el Ristorante Al Cucciolo.


Fotos de la ciudad se pueden ver en mi album de Picasa https://picasaweb.google.com/lh/sredir?uname=105466676373743580884&target=ALBUM&id=6144306763168463281&authkey=Gv1sRgCLaZ2LrIz4gS&feat=email

El día viernes, decidimos tomar el ferry a Capri en horas del mediodía, para lo cual tuvimos que dejar las maletas en un depósito en el estacionamiento del puerto de ferries. A la isla no permiten llevar carros particulares entre marzo y octubre, así que tendríamos que caminar. Nada difícil porque la isla es pequeña y para subir y bajar a Capri y Anacapri hay funicular y autobuses. La idea era viajar con solo un carry on de equipaje, pues para dormir solo una noche en Capri no hacía falta llevar un ropero en el ferry.
El recorrido en ferry rápido se hace en solo 40 minutos, pero las preciosas vistas del Vesubio y de la península sorrentina lo hacen parecer más corto.
Llegamos a la Marina Grande de la Isla de Capri alrededor de la 1 pm. El Capri Inn queda a unos 200 mts de la marina, así que hicimos el check in y bajamos a comer unas pizzas y tomar unas cervezas.


Después subiríamos a Capri en funicular y tomaríamos el bus a Anacapri. Caminamos por las calles, mirando vitrinas con objetos en exhibición, a precios impagables para un venezolano que depende de Cadivi.


Nos llamó la atención el hecho de que las calles estuvieran vacías, cosa que no veríamos en ningún otro lugar de la Costa Amalfitana ni de Sicilia. Seguramente se llenarán de gente en el verano, pero dada la fama de la isla, pareciera que esta quedó en el pasado. O será que había un toque de queda y no lo sabíamos...??


La verdad es que yo particularmente, sufrí una decepción con la visita a Capri. Quizás porque esperaba toparme a alguna modelo famosa tomando sol en topless en alguna playa, pero ni playas hay. La costa es de puras rocas y cuevas que se han formado por efecto de la erosión, como la Gruta azul o Grotta Azurra, para mí único atractivo turístico de la isla.



De todos modos el viaje se pagó en la Grotta, cuando el remero le cantó a Francis, a petición de ella, O Sole mío. Para todo lo demás... lágrimas incluidas!


Así, tomando el ferry de regreso a Nápoles, nos despedimos de Capri, una roca en el Mar Tirreno, cuyo único atractivo para mí fue... O Sole mío


Arrivederci Capri.



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